jueves, 4 de enero de 2007

En Defensa de Saló de Lectura

Sirva esta breve y muy insuficiente nota, de momento, para comentar la vergüenza del affair Saló de Lectura, un asunto que empieza a colmar el vaso. Tendremos ocasión de entrar como se merece en el tema. Vaya. Baste con decir por ahora que secundamos palabra por palabra el speech de despedida de Marina Espasa en la emisión del último programa del espacio literario, en presencia y apoyo de su anterior director Emilio Lozano. Que ya no es que no estés sola Marina, que esto sólo es el principio y no vamos a tolerar que esta ciudad se convierta en un estado policial a la Giuliani.
PRÓXIMAMENTE: Madcelona

CLARK


Boddy Riddle
WARP
Electrónica Antes de ponerse a trabajar en este disco, el británico Chris Clark barajó la posibilidad de abandonar la música; tal vez consciente de sonar muy parecido a sus mayores y compañeros de sello, Plaid o Autechre. Sin embargo, y por suerte para todos, después de tres años de búsqueda y catarsis personal ha sido capaz no sólo de haber encontrado un discurso rico y propio, sino de publicar un tercer disco que lo sitúa desde ya entre los nombres propios de la música electrónica contemporánea. Así, ‘Body Riddle’ cuenta entre sus mayores logros el desarrollo de las estructuras de sus temas, que parten de un escenario más o menos formal para terminar instalados mediante geniales giros en una suerte de free jazz sintético. Sin ser un disco redondo, de momentos desiguales, es de lo mejor que nos ha dejado el 2006. Crema.
Gary Vassani

Sha La La Lá


Girl Group Sound Surge un incipiente movimiento musical femenino que recupera el sonido de los míticos grupos de chicas de los primeros años 60. No es un revival.

Se agradece. Tras el monotemático dominio de la escena musical pop-rock durante los últimos cinco años (¿o fueron diez?) por parte de bandas compuestas únicamente por chicos, asistimos al todavía tímido pero prometedor resurgimiento del Girl Group Sound; ese sonido tan característico de los primeros años sesenta que se identifica, para ir rápido, con el productor Phil Spector. . Tiene gracia que sea precisamente este individuo –por otra parte, un genio- sospechoso de haber asesinado a una prostituta en la puerta de su mansión, quién pase a la historia por haber contribuido de manera tan decisiva a la explosión de este (muro de) sonido. Bueno, no la tiene.
Evito intencionadamente la palabra revival y la cambio por resurgimiento con el propósito de protegerme ante la inevitable caída de caspa que se produciría en caso de no hacerlo. Maniobra que agradecerán The Pipettes, The Concretes, The Dansettes, The Priscillas o The Long Blondes, entre otros de los grupos de chicas al frente de un movimiento musical mucho más cerca del do it yourself del punk de 1977 de lo que se pueda imaginar. Si entonces los músicos se autoeditaban su música como acto anti-capitalista ante la industria discográfica, hoy es difícil encontrar algún grupo que no cuelgue sus canciones o sus videos en sus propios espacios de yotube.com o myspace.com. Es a través de esta última, potentísma y enorme comunidad virtual instalada en la red, que las de Brighton, The Pipettes, han conseguido colocar su debut We Are The Pipettes (Memphis Industries, 06) como uno de los más comentados por los media pop este verano. Un disco que ha caído desde un buen principio en gracia entre los poptimistas. Y sobre todo entre los teenagers, que son quienes realmente controlan la industria musical, muy por encima de aquellos ejecutivos de las discográficas multinacionales que siguen vendiendo discos con la misma intensidad de quién reparte publicidad a la salida del metro. Aquellos que todavía no se han dado cuenta de que su negocio ya no es el mismo desde la comercialización del Ipod y la irrupción de las mencionadas myspace.com y yotube.com, o pitchforkmedia.com y tantas otras webs y blogs que están por venir. Las de Brighton, con sus pegadizas melodías, su ropa a conjunto y hasta sus coreografías, han conectado y de qué manera con ese teenager que todo lo sabe y todo lo atrapa. Hordas de adolescentes se saben las letras de sus canciones y acuden a sus conciertos en tropel. La misma escena se repite con las Dansettes, las Brunettes, The Concretes, The Long Blondes , The Priscillas, Tralala, Love is All, Lucky Soul y espérense… Prepárense para el inminente aluvión de grupos de chicas con nombre acabado en “ettes”. Bandas unas más cerca de la esencia del Girl Group Sound que otras. Unas más poperas, otras más garajeras. Pero todas con un ojo puesto en lo que sucedió entre 1961 y 1966. Entre la llegada por primera vez de un grupo compuesto únicamente por chicas al número uno de las listas de éxitos del Billboard americano, de las Shirelles con su Will You Still Love Me Tomorrow; y el advenimiento de la British Invasion y los Beatles convertidos ya en fenómeno de masas.
Hay una vuelta, un renovado interés –por momentos, fiebre- por la música de esos años en los que gente como Gerry Goffin, Barry Weil, Barry Gordy, Jeff Barry, Holland-Dozier-Holland o Baccarach-David, entre otros, hicieron algo más que componer música para multitud de mujeres. Entre unos y otras lograron que éstas pasaran de una vez por todas a ser protagonistas de sus propias historias y, mucho más importante, de sus carreras. La lista es interminable: Chiffons, Crystals, Ronettes, Marvelettes, Supremes, Dixie Cups, Shangri-las o Chantels, las más conocidas; Cinderellas, Sweeties, Wildcats, Pussycats, Beach Girls, Satisfactions, Pin-Ups, Sonnettes, Tonettes, Ramblettes , etc., las menos. Especialmente reveladora es la selección de la excelente caja recopilatoria One Kiss Can Lead to Another: Girl Group Sounds Lost and Found (Rhino, 06), que con sus cuatro cedés y un total de 120 canciones es desde ya el referente esencial del asunto. Y luego tenemos a la incombustible Ronnie Spector, lider de las celebradas Ronettes que, separada hace tiempo ya de su exmarido Phil Spector, continua sacando discos con mayor o menor fortuna. Y a Mary Weiss, leader of the pack de las Shangri-las –el lado más sexual y rebelde del Girl Group Sound- , que tras cuarenta años de silencio prepara un disco en solitario.
De vuelta a la actualidad, la recuperación de este momento musical es hoy algo más que una puesta al dia. De hecho, es más o menos una excusa para muchas chicas, mujeres, de diferenciarse del trillado prototipo de grupo-solo-de-chicos. Incluso algo de reafirmación sexual hay: las Pipettes –nadie parece querer saber nada de los Cassettes, los cuatro músicos que las acompañan y que lo hacen todo en el grupo menos cantar-, no esconden en las letras de su disco su condición de mujeres por encima de cualquier otra. Hecho evidente en la cara b de su último single Judy, la explícita Feminists Complaints.También puede ser, porqué no, una estrategia de publicidad como cualquier otra. Para muchos, no es más que el penúltimo hype. Una moda pasajera que tiene los dias contados. Puede ser. A veces hasta es dificil sacarse de encima la sensación de haber vuelto a la segunda mitad de la década de los noventa y tener el primer disco de los suecos The Cardigans en el continious play. Pero hay mucho más. Vaya. Y no sólo de grupos de chicas encantadas de ser sólo chicas. Estupendas solistas como Denise James –imprescindible su It’s Not Enough to Love (Rainbow Quartz, 06)- o Holly Gollightly han hecho suyo ese sonido para crear auténticas joyas del pop contemporáneo. Gollightly, en su dia componente de las Headcottees –grupo de apoyo del inmenso Alex Chilton-, firma There is an End, tema principal de Broken Flowers, la última película de Jim Jarmusch. En una línea similar encontramos al grupo británico The Long Blondes, cercanos al garajismo de unas Shangri-las, que cuentan con unos pocos singles editados y que publicarán su esperadísimo debut el próximo mes de noviembre.
Cual es la verdadera dimensión de todo esto y hacia donde irá es asunto de la todopoderosa crítica musical. Y qué poca importancia tiene eso porque, mientras tanto, ciertamente, cuánto se agradece ver a más mujeres encima de los escenarios. ¿Verdad?
Luis Costa

Articulo publicado en el número 229 del suplemento cultura-s de La Vanguardia